Saber de fútbol


La discusión es tan vieja como el juego mismo: ¿quién sabe de fútbol? ¿Qué cosas hay que saber para saber de fútbol?

Es al pedo, los periodistas no saben nada de fútbol. En 14 años de carrera nunca fueron capaces de escribir bien su segundo nombre y eso que no estamos hablando de Fernando Husef Alí. El error no es grosero, apenas un palito inclinado de derecha a izquierda sobre la “é” de Néstor, pero para un tipo correcto como José Néstor García los detalles hacen a la grandeza y si no son capaces de poner un acento donde corresponde menos van a ser capaces de entender que el escalonamiento implica una distribución solidaria de posiciones básicas para complementar las funciones y solidificar el bloque.

Igual, peor son los partidarios”. A la salida de las prácticas le ponen el grabador en la geta a algún jugador, mientras le relojean el bolso para ver si tiene alguna camiseta, “no es para mí, es para la gente”, se justifican. ¡Qué mierda va a ser para la gente! Inventan un sorteito y se la terminan regalando al del kiosco que les da la publicidad. A José Néstor García con esas paparruchadas no. Esos otros periodistas tampoco saben nada de fútbol, creen que el achique es solamente tirar el fuera de juego para dejar a los rivales inhabilitados en una situación de ataque.

También hay que andar renegando con los dirigentes. No puede ser que en la semana previa al último partido de una intachable trayectoria, a un trasnochado se le ocurra pensar en José Néstor García como entrenador de la quinta división. Estos cosos sí que no saben nada de fútbol, son incapaces hasta para reconocer las diferencias entre una marcación zonal flotante y otra mixta.

Parece mentira haber pasado tanto tiempo adentro de la misma camiseta. Cuántas jugadas históricas que nacieron desde el lateral derecho, gracias a un simple concepto que José Néstor García supo conjugar como ninguno: hacía que salía, no salía y salía. Pero cómo lograr que los hinchas valoraran tan sutil aporte, si no saben nada de fútbol los hinchas; se encandilan con las gambetas y no advierten que la gambeta es una acción individual, en cambio el pase involucra a -por lo menos- dos, es una actuación colectiva.

Es injusta la vida, pero al final no hay escapatoria posible: todos mueren, los que ganan y los que pierden, la cuestión es que cada cual muera en su propia piel; por eso José Néstor García no quería la muerte que se le venía, ya la veía pasar: otra vez campeones, los flashes lejos, un recuadrito en el diario con su nombre mal escrito, la nota-homenaje-mangazo en la revista partidaria y el ofrecimiento para dirigir las inferiores. Está claro, la muerte te mata o te pone vivo.

Nunca nadie supo el porqué, tampoco le importaba que lo supieran. José Néstor García había decidido morir cuando el centro venía fácil, derechito a las manos del arquero. Saltó, entrecerró los ojos encandilado por el sol y la agarró como si la tuviera charlada desde antes. Dos segundos después la puso en el punto del penal y se fue. Así como estaba, vestido con la única camiseta que su piel había rozado en toda la vida, salió a la calle y se subió al primer taxi que encontró.

“Garcíaylareputisimamadrequeteremilparió”, el tachero estaba fuera de sí, se pegaba la cabeza contra el volante sin poder creer lo que decía la radio y al mismo tiempo compartía con su escucha ocasional, a través del espejo retrovisor, una catarata de sentencias: “Un campeonato perdido por culpa de este boludo que se volvió loco. Y pensar que le matamos el hambre desde que era así de chiquito. Siempre dije que me parecía un pelotudo con suerte. ¿Dónde lo llevo maestro?”.

Es al pedo, los tacheros tampoco saben nada de fútbol. [-] 

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