Serás lo que te toque ser


¿Y si el fútbol empieza a terminarse cuando no se pueda hacer de los ídolos otra cosa diferente de lo que son?

La cosa cambió, ya ni wines quedan, hoy ser lateral izquierdo es vivir condenado al ostracismo, lo confirmé después de un partido en el que me salieron todas bien y un poco más. ¡Qué tarde esa! Los que se movieron de manera circunstancial por mí sector fueron debidamente anulados, no se trató sólo de eficacia sino también de eficiencia porque, seamos claros, cualquiera puede matar una mosca con un cañón pero lo importante es atraparla con la yema de los dedos. Hay que agregar dos proyecciones ofensivas, una de las cuales terminó con un centro milimétrico a la cabeza del 9 que no fue gol por esas impericias ocasionales que tienen los delanteros, lógico, después de chiripa metió tres goles y se robó todas las miradas. Así de injustos son los ojos de los hinchas, yo hice no menos de 55 saques laterales correctamente ejecutados que nadie me reconoció. 

Pero bueno, el tema es que cuando terminó el partido me fui al bar del club como siempre aunque como nunca. Tenía motivos para inflar el pecho, abrir la puerta y recibir no digo una ovación estruendosa, pero por lo menos un aplauso cariñoso, aunque más no fuera una palmada en la espalda rumbo a la mesa de cada domingo. Y después a esperar los clásicos comentarios de los hinchas con la ilusión de escuchar mí nombre.

Me moví con la seguridad de un predestinado, inflé el pecho, abrí la puerta y entré. No hubo ovación estruendosa. Estaba dentro de las posibilidades. Tampoco surgió un aplauso cariñoso. Bueno, pensé, estarán muy entretenidos los muchachos analizando el partido. Nadie me palmeó la espalda mientras caminaba hacia la mesa habitual. Esta vez merecía algo más que el vino con soda de siempre, pedí un Gancia con una lágrima de fernet y a escuchar.

¡Qué partidazo hizo el Loco Julián! El tercer gol fue el mejor. La pelota nunca le llegaba, entonces la fue a buscar. Hasta creo haber visto que le guiñó un ojo a la gorda Marta, que estaba atrás del arco, antes de ponerla al ladito del palo derecho. ¡Golazo!
Che, jugó bien Semino.
Sí, es distinto. Prefiero no describirlo para no quitarle lo sagrado.
Pse. Otro que la rompió fue Zanabria, siempre bien paradito.
¡Una locura! Me puse a mirarlo detenidamente, lo seguí no menos de cinco minutos, es increíble como el tipo se mueve al compás del equipo. Van para allá y él va para allá, vienen para acá y él ya está ahí.
Es el equilibrio, el termómetro, el relojito.
Y qué arquero Foglia.
Vos sabés que está más aplomado. Lo veía y me acordaba de lo que dijo Amadeo en El Gráfico: “Los arqueros nacen después de los 100 goles en contra”.
¿Anduvo bien Quiroga, no?
¿Quién?
El 3.
Ah…

El último trago de Gancia ya no tenía sentido. “Seré lo que me toca ser y me dejo de joder”, pensé mientras me iba empujado por la intrascendencia de los etéreos. [-]

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